Ciudad de México, martes 5 de diciembre de 2023. Si bien es cierto que, a partir de la década de 1980 en México se han desarrollado diversas expresiones políticas, algunas efímeras y pequeñas, han sido los años más recientes, particularmente el siglo XXI, cuando, más que partidos o movimientos políticos son los actores quienes representan nuevas opciones políticas.
El caso de Samuel García merece un análisis, sino profundo, sí aparte. El nuevoleonés que, además de sus maestrías, doctorados y libros publicados, presume de su juventud, ha sido diputado local, senador y, gracias la _influencer_ Mariana Rodríguez, es el gobernador indeciso de Nuevo León.
Después de dos años al frente del Ejecutivo de aquella entidad federativa, García, contradiciendo sus declaraciones como gobernador electo y sus incisivas críticas a su antecesor, popularmente conocido como el “Bronco”, repitió la fórmula y solicitó licencia al cargo para participar en el proceso interno de su partido para convertirse en su abanderado presidencial.
Además de rayar en lo excesivo de su lenguaje “coloquial”, de ridiculizar la figura de servidor público con tal de lograr más seguidores en las redes sociales, Samuel García aspiró a gobernar y hacer campaña al mismo tiempo o, como decimos vulgarmente: quería “chiflar y comer pinole” a la vez. Sin embargo, “le salió el chirrión por el palito”, porque, además de pretender imponer a su sucesor temporal, también desestabilizó el ambiente político y social de su estado. Como que sus múltiples doctorados no le dieron para prever la crisis que originó con su indecisión. Tampoco puede negarse que, además de una pésima redacción, su pronunciamiento a través del Periódico Oficial de Nuevo León representa una ofensa a la soberanía del Legislativo estatal, quien, a su vez, da voz al pueblo de Nuevo León.
Por un momento, ni los nuevoleoneses ni el resto de los mexicanos sabíamos si era “con melón o con sandía”. ¿A quién debían de hacerle caso los funcionarios si abruptamente Samuel regresó al Palacio de Gobierno estatal, mientras el gobernador interino iba calentando motores? Me recordó a 1876 cuando tuvimos tres presidentes al mismo tiempo: Sebastián Lerdo de Tejada, José María Iglesias y Porfirio Díaz. Arrebatándose el poder, mientras los ciudadanos sólo están pendientes de quien será el que manda.
¿Cómo se pueden evitar situaciones similares en el futuro? Les comparto mi propuesta: permitir que los cargos de elección popular sean renunciables y desaparecer la figura de la “solicitud de licencia”, ya sea temporal o definitiva. De dicha manera, quienes ostentan el poder deberán de hacer profundas reflexiones sobre los pasos que darán y se les obligará a tomar mayor consciencia de sus decisiones. Así se evitará que los _chapulines_ estén con un “pie en cada estribo”, y se abuse del uso de dicha figura.
Las nuevas opciones políticas deben representar verdaderas alternativas que respondan a la realidad en que vivimos, en que nos desarrollamos. Deben de ser auténticas, con preparación probada y una firme intención de servir como una herramienta que permita generar mejores condiciones de vida para todos. Allende de velar por el verdadero desarrollo social y no por el interés político individual.
El servicio no es sinónimo de entretenimiento, ni de popularidad, el servicio es trabajar para el beneficio colectivo, incluido el propio. Por eso, gobernar es un arte, pero servir es una convicción que no todos tienen, a pesar de tener la enorme responsabilidad que conlleva el poder, aunque anden “fosfo-fosfo” y tengan miles de “followers”. El gobierno es para todos, pero no todos son aptos para gobernar.
*_Post scriptum:_* “A veces una batalla lo decide todo, y a veces la cosa más insignificante decide la suerte de una batalla”, Napoleón I (Bonaparte).
* El autor es escritor, catedrático, doctor en Derecho Electoral y asociado del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP).
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